Los Únicos deben realizar un entrenamiento donde pondrán a prueba su estado físico y el de sus poderes. De esos resultados depende la vigencia de la brigada. El entrenamiento sale muy mal porque Ronco, con ayuda de un gas tóxico les quita los dones a Los únicos y convierte en las personas normales. Ante esa situación, María le pregunta a Diego si se bancaría una vida sin adrenalina. Él le dice que no le queda otra, que se tiene que acostumbrar porque ya no es un Único. Le confiesa que le asusta ser normal. María le dice que está muy bueno tener una vida normal, sin preocuparse por la familia. "Una familia con perro, casa, pileta, hijos?", le pregunta Diego. "Si, sin miedo a los balazos, a las explosiones, a las muertes, al abandono...", le contesta María. "Que la vida sea otra cosa!", concluyen. Igual, María no puede aceptar lo que pasó y Diego le dice que no entiende cómo los encontró Ronco pero que lo va a descubrir. Cuando Diego se va, María recuerda haber visto a Mauro hablando con Ronco, se da cuenta que él vendió información de Los Únicos y lo encara. Más tarde, Mauro le da el antídoto.
